Lista con más de 600 adivinanzas con rimas para adultos y niños. Esas adivinanzas tienen respuestas y se clasifican por dificultad (fácil, medio y difícil) y sujeto (frutas, animales, etc.).
¿Qué bicho dirás que es,
Que es algo y nada a la vez?
Entre pared y pared
hay una santa mujer
que con el diente
llama a la gente,
con las muelas
a las mozuelas,
con los colmillos
a los chiquillos.
Bajo tierra yo he nacido,
sin camisa me han dejado,
todo aquél que me haya herido,
por alegre que haya estado,
de seguro que ha llorado.
Méndez anda.
Vigíl camina.
Eres un tonto.
Si no adivinas.
Botón sobre botón,
botón de filigrana
y no me lo aciertas
en una semana.
Una señora muy aseñorada.
Con el sombrero verde.
Y la falda morada.
Con su gran boca y un solo diente.
Desde lo alto llama a la gente.
Sobre la mesa me han puesto,
por la mitad me han partido,
todos me han manoseado,
pero nadie me ha comido.
Dos hermanitos muy igualitos,
en llegando a viejecitos
abren los ojitos.
Delante de las canas te levantarás
Y el rostro del anciano respetarás.
Lleva su casita al hombro,
camina sin una pata
y va marcando su huella
con un hilito de plata.
Híseme de huertos y jardines
Y plante muchos árboles frutales
Hiseme de vacas, ovejas, oro y plata
Y también de instrumentos musicales.
Ni de día, ni de noche.
Puede mi vela alumbrar.
Pero cuando sopla el viento.
Muy bien suelo navegar.
Muy a menudo la ves,
piensa un poco con astucia,
cuando está negra, está limpia,
cuando está blanca, está sucia.
Aunque tiene dientes
y la casa guarda,
ni muerde ni ladra.
Si el enamorado
fuera sabio y entendido,
ahí va el nombre de la novia
y también el del vestido.
Llevo secretos a voces,
corriendo por esos mundos
y sin que nadie los oiga
los doy en unos segundos.
Con unos zapatos grandes
y la cara muy pintada,
soy el que hace reír
a toda la chiquillada.
Nací en tu cuerpo contigo.
Yo te acompaño y te aliento.
Aunque a veces te atormento.
Si te faltase este amigo.
No contarías más el cuento.
Todo lo que en la escritura está
es bello y todo es cierto.
¿y que pueblo paso,
cuarenta años en el desierto?
Una vieja con un diente
que llama a toda la gente.
Adivina quien yo soy:
al ir parece que vengo,
y al venir, es que me voy.
Te llegan muy de mañana.
Y se van mucho después.
Regresan cada semana.
Y cuatro veces al mes.
Iglesia chiquitilla,
gente menudilla,
sacristán de palo
y no lo aciertas en un año.
Soy una bola grandota.
Que gira constantemente.
Y que desea saber.
Dónde meter tanta gente.
Si ya sabes quien soy yo.
Eres muy inteligente.
Sin mí no puedes amar
y conmigo has de morir;
puedes matar a cualquiera,
pero no podrás vivir.
Verde por fuera
y se la come cualquiera.
Cabezón y muy delgado
que se pone siempre negro,
después de haber sido frotado.
Aunque diciendo mi nombre.
Des tú casi un estornudo.
Hacha me tiene en su vientre.
Pero mi sonido es mudo.
Si vas a la feria.
Te puedes montar.
Vueltas y vueltas.
Subiendo y bajando.
Unas contento y otras gritando.
Rojo, blanco y verde,
pica y no muerde.
Una vieja arrugadita
que de joven daba vino
y ahora es una frutita.
No es cama, ni es león.
Y desaparece en cualquier rincón.
Con su trompa preparada
pasa a tu lado zumbando,
se posa en tu piel desnuda
y tu sangre va chupando.
Sin ser cojo usa muleta.
Y espada larga de acero.
Y ante el toro no se inquieta.
Siempre quietas, siempre inquietas.
Dormidas de día, de noche despiertas.
Soy un palito muy derechito,
y encima de la frente
llevo un mosquito,
que ni pica, ni vuela,
ni toca la vihuela.
Hablaron mal de su hermano
y ella de lepra se enfermó.
Más el arrepentido
De su hermano el perdón buscó.
Se hace con leche de vaca,
de oveja y de cabra
y sabe a beso
¿Qué es eso?
Tan redondo
como un alpargate,
y tiene pelos
en el chichirigate.
Vivo en alta situación
y en continuo movimiento,
con exactitud presento
del aire la dirección.
El pie tapo al instante.
Igual que si fuera un guante.
Era insensato y mezquino,
Y el infierno fue su destino.
Negra y minúscula bola
que la boca te atormenta
aunque muerdas una sola.
Nunca camina por tierra,
ni vuela, ni sabe nadar,
pero aún así siempre corre,
sube y baja sin parar.
Somos muchos hermanitos
Que en la misma casa vivimos
Si nos rascan la cabeza
Al instante nos morimos.
Adivina, adivina,
no tiene hueso ni espina.
Todos me pisan a mí,
pero yo a nadie piso.
Todos preguntan por mí,
pero yo a nadie pregunto.
Todos dicen que me quieren
Para hacer buenas jugadas
Y en cambio cuando me tienen
Me tratan siempre a patadas.
Redondo como una bola
y no tiene perinola.
León la tiene delante.
Motril la lleva detrás.
Justo, justo en el medio
Verás que la tiene Blas.
Yo soy el diminutivo
de una fruta muy hermosa.
Tengo virtud provechosa.
En el campo siempre vivo
y mi cabeza es vistosa.
¿Quién es aquél
tan diestro y tan sastre,
que no cose ropa
sino colorada,
y nunca la cose
sino por desastre,
por ser sin tijeras
la capa cortada?
Es redonda, es de goma.
De madera o de metal.
Y sale a dar una vuelta.
Con una amiga igual.
¿Cuál es aquella virtud,
que es el cielo su morada,
y de tanta beatitud
que sin ella todo es nada?
Con el pico pica,
y con la cola arrastra,
sin ser animal lo usa
hasta tu madrastra.
¿Qué es?
En lo alto de la torre,
Alguien grita y agoniza,
por delante y por detrás,
te muestra su longaniza.
Es grande
Y muy hermosa,
Y un día habitará
En ciudad gloriosa.
A mi me tratan de santa
y traigo conmigo el día,
soy redonda y encarnada
y tengo la sangre fría.
Junto a la jara y el tomillo
en el monte me arrodillo.
Igual que un caramelito,
abajo tiene un palito.
Vivo en el mar sin ser pez.
Y soy siempre juguetón.
Nunca me baño en el Rin.
Porque soy el mismo del fin.
Me abrigo con paños blancos
luzco blanca cabellera
y por causa mía llora,
hasta la misma cocinera.
Sube cargada,
baja sin nada.
Vive bajo tierra,
muere en la sartén.
Sus diez camisitas
llorando se ven.
Tan redondo como la luna
y no se sienta ninguna.
Atadas se van,
y sueltas se están.
Te la digo, te la digo.
Te la vuelvo a repetir.
Te la digo veinte veces.
Y no la sabes decir.
Si me mojas hago espuma
con ojitos de cristal
y tu cuerpo se perfuma
mientras llega mi final.
Tres montañas pequeñitas
si se ponen al revés.
Dime qué es.
Blanca soy,
blanca nací,
pobres y ricos
comen de mí.
Como la piedra son duros;
para el perro un buen manjar
y sin ellos no podrías
ni saltar ni caminar.
¿Qué es, qué es del tamaño de una nuez,
que sube la cuesta y no tiene pies?
Sin ningunos pies corría,
sin pies andaba y saltaba,
andaba de mano en mano
y nunca estaba parada.
Por el tiempo desespero,
pero mira si soy bruto,
que a sesenta por minuto
nunca llegaré el primero.
De siete en siete vamos.
Cogiditos de las manos.
Porque es gato y araña.
Todo lo lleva delante,
los colmillos para la lucha
y la trompa para la ducha.
Escucha las palabras de un sabio,
Que ya estaba un poco molesto.
A la risa dijo: enloqueces,
Y al placer, ¿de que sirve esto?
Dama con pendiente
que toca deprisa
para que la gente
no pierda la misa.
En la ciudad o en el campo.
Es un amigo del hombre.
Adivina este animal.
Sin que te diga su nombre.
Con sus páginas abiertas.
Te va ilustrando la mente.
Si alguna vez lo prestaras.
Lo perderás para siempre.
Tan largo como un pepino,
tiene barba de capuchino.
En el agua se hace
y en ella se deshace.
Blanco soy como la nieve,
me sacan de una caña,
y aunque soy del otro mundo,
ahora ya nazco en España.
Por dentro carbón,
por fuera madera.
En tu maletón
voy a la escuela.
Puedo ser alegre o triste,
según quien me toque esté.
Con que me rasgues las cuerdas,
buen sonido emitiré.
En la Habana yo he nacido
y en el mundo consumido.
Ni espero que me lo aciertes
ni espero que me bendigas
y, con un poco de suerte,
espero que me lo digas.
Muchos golpes recibe
cuando a la gente,
la entrada prohíbe.
Por allí vienen nuestros padres,
maridos de nuestras madres,
padres de nuestros hijos
y nuestros propios maridos.
Dios te ha dado riquezas,
Pero muchas en verdad.
Pero no disfrutas lo que tienes,
Es grande tu enfermedad.
Si lo ves, es invierno;
si lo guardas, pereces;
cada día lo tomas
más de mil veces.
En el buen tiempo a nadie marea,
en cuanto llueve repiquetea.
Con tan sólo cuatro cuerdas,
que un arco pone en acción,
esta caja melodiosa
te alegrará el corazón.
Me componen cuatro palos,
impresos en cartulina.
Tengo reyes y caballos,
seguro que me adivinas.
Redondita y pequeñita
para matarme me aplastan,
y un caldo precioso hacen
con el jugo que me sacan.
Blanco fue mi nacimiento,
colorada mi niñez,
y ahora que voy para vieja
soy más negra que la pez.
Dos niñas en un balcón,
que bailan a un mismo son.
Aunque de comida voy cargado
la gente me vacía
y nunca soy tragado.
Aparece por delante.
Por los lados, por la espalda.
Te descuidas un instante.
Y te levanta la falda.
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